Friday, October 07, 2011

La muerte de Steve Jobs

La muerte de Steve Jobs me hizo pensar en la leyenda de Aquiles, el casi dios griego que, cuando se le dió a escoger, prefirió tener una corta vida gloriosa que una larga vida mediocre. Pensé en la sabiduría de los griegos que se inventaban ese tipo de historias para poder explicar los sucesos y los fenómenos de la vida. Pensé en que a Jobs nadie le dió a escoger, y me pregunté, si hubiese sido el caso, qué habría escogido.


La muerte de Jobs me recordó también su ahora famoso discurso de Stanford del 2005 en el que habla de su nacimiento, de su despido de Apple, de que nunca se graduó y de su encuentro cercano con la muerte. En el 2005, tan pronto salió la reseña, uno de mis amigos lo atajó en la red y me lo envió para que lo leyera. En aquel entonces el discurso me impresionó, por la profundidad y la filosofía. Hoy en día,  con seis años más de experiencia en una época de la vida en que la experiencia es acumulada exponencialmente con el tiempo que pasa, me pregunto si realmente Jobs tenía razón. En algunas cosas, claramente si, como en el hecho de que hay que vivir cada día como si fuera el último en esta tierra o hay que tratar de buscar lo que a uno le gusta. Pero Jobs llevaba la búsqueda al extremo, y proponía, basado en su experiencia de "drop-out" exitoso, que sea el corazón quien nos guíe por la vida, sin saber con anteriodidad cuál es el camino, camino que sólo se verá una vez que se haya recorrido. Uno se pregunta entonces si realmente es así, si se trata de una norma universal accesible a todo el mundo, o si la suerte existe y sólo los dotados, altos, bellos e inteligentes como Jobs pueden pretender esperar que el corazón les diga cuál es su camino y que el mísmo sea bueno y exitoso. El peligro, es que a lo mejor el corazón no nos lo dice nunca y al final se termina sin rumbo, sin trabajo, sin carreras concluidas, sin casas hechas, sin familias formadas. Se termina así, o se termina como hombre clave del mundo moderno como Steve Jobs.

Ahora, tras su muerte, se leen comentarios indicando que Jobs fue el Leonardo de su época. Peronalmente no estoy de acuerdo. Jobs nunca creó nada que realmente no existiera, como Leonardo en su tiempo, o Tim Berners-Lee cuando propuso la arquitectura del World Wide Web. El genio de Jobs fue en el marketing, en el diseño y en el adaptar dispositivos y sistemas. Fue el gran guru de la technología y, como todos los gurus, tenía un carisma inigualable y una pequeña debilidad por la autocracia. La muerte de Jobs me hizo reflexionar también sobre si realmente hay que ser autócrata para tener éxito y no oir necesariamente la voz de la mayoría.

De hecho, los expertos dicen que la receta del éxito de Jobs, en un ámbito tan competitivo como es el de la alta tecnología, fue justamente hacer de su cabeza sin escuchar a otros y el no darle a la gente lo que quería, sino lo que él pensaba que necesitaban.

En cualquier caso, Jobs fue una figura emblemática para todos nosotros. Un personaje de novela, con una vida de novela: hijo de madre soltera que no puede casarse por ser su novio sirio. Madre que decide darlo en adopción poniendo como condición que haga estudios universitarios. Pareja de universitarios que rechaza al niño por ser varón. Pareja sin estudios a quienes llaman a ver si quieren adoptar al pequeño rechazado y utiliza todos sus recursos para que el niño vaya a la Universidad. Joven que no se quedará en la Universidad más que seis meses.  Compañía creada en el garaje de la casa. Millonario antes de los treinta años. botado luego de la compañía que fundó, rechaza él a su vez la paternidad de su hija Lisa, para luego ponerle justamente ese nombre a la próxima máquina. Vuelve después a Apple y la convierte en la más exitosa del mundo. Tiene cáncer del páncreas y a pesar de éllo, tiene una sobrevida remarcable. Muere joven, pero en el apogeo de su gloria.

Como Aquiles.

Pero yo sigo preguntándome cuál hubiese sido su respuesta si, como a Aquiles, lo hubiesen dejado escoger.

3 comments:

Zovec said...

seguramente hubiera escogido una vida exitosa! como la que siempre tuvo!

Bruni said...

Y quién define el éxito?

Liz said...

Yo habría escogido la vida. Simplemente la vida.