Friday, September 01, 2006

¡No se lo digan a Magglio!


A F. y a todos aquellos que, cotidianamente, llenan mi vida de cuentos.


Tengo dos cajas de correos. Una es fuente de spam, de trabajo y de aburridos mensajes y la otra es mi verdadera caja, donde me encuentro con amigos y enemigos, conocidos y desconocidos, viejos, jóvenes, con cara y sin cara, con nombre o sin nombre. Ésa es mi caja de sorpresas que a veces me trae una canción, a veces un insulto, a veces un anuncio, a veces un poema, a veces una foto, a veces una queja o una carcajada, otras veces un montaje, palabras dulces o palabras agrias. Pero siempre, cada día, desde que la tengo, mi caja me trae algún cuento.

Fue así como mi caja me trajo a F.

No sé cómo es, pero me lo puedo imaginar, como siempre me he podido imaginar a cada uno de los visitantes de mi caja. Ahora bien, nunca, nunca, nunca la he pegado. El joven termina siendo viejo, el flaco termina siendo gordo, el bueno termina siendo malo y la mujer termina siendo hombre. Esa es la maravilla de esa caja de la que saco a personajes desconocidos para mi, como los magos que sacan sorprendentes pañuelos multicolores de cajas opacas, que antes fueron transparentes.

Y ayer, F. me trajo un cuento.

Me envió un mensaje de una sola frase:

“Me leí tu cuento de Patrick Roy y me encantó”

“Porqué?” pregunto yo, a la vuelta del correo.

“Porque me recuerda a un cuento de mi hermana”

“¿Ah si? Cuéntame..”

“Mi hermana es…y por eso tiene que viajar mucho y la compañía le paga el pasaje en clase de negocios”

“¿Ajá?”

“Bueno, un día hizo escala en Nueva York y allí se le acercó un hombre joven, fuerte y simpático que le dijo que le tocaba sentarse en el asiento de al lado…Conversaron y conversaron de esto y de aquello. El joven se sonreía porque no notaba que mi hermana lo reconociera.. después de un rato, el le preguntó si ella era Venezolana y ella le dijo que si. El se quedó extrañado y siguió sonriendo. Poco después se presentaron y el joven le dijo:


Me llamo Magglio”


“A lo que mi hermana respondió:”

“¿Magglio?¡ Qué nombre tan raro! ¿Italiano?”

“No, no precisamente”

“Mi hermana seguía sin saber y el joven muerto de la risa.”

“Fue solamente llegando al aeropuerto al ver la comitiva de bienvenida que esperaban a su compañero de viaje, que por fin élla se dió cuenta de que se trataba de alguien muy conocido. Y no fue sino al llegar a casa y echar el cuento, que supo que había pasado el viaje nada más y nada menos que con ¡Magglio Ordóñez!”

“¡Magglio Ordóñez! ¿Si?...¿Qué cómico, no?” le escribo.

“Si, igualito a tu cuento de Patrick Roy…
Imagínate ¡No sabía quién era Magglio Ordóñez! ¡Cuatro horas hablando con él y ni siquiera le pidió un autógrafo!”

Me morí de la risa y le dije

“¿Y ella de verdad que no tenía idea de quién era Magglio Ordóñez?”

“No, para nada ¿Increíble no?”

“Tienes razón, increíble, igualito a mi cuento de Patrick Roy”

“Justamente, te lo contaba para que tuvieras tu próximo cuento….”

A la hora de la cena, mis hijos, que ahora son grandes adolescentes, oyeron el cuento de F. y de cómo toda la historia venía de aquel famoso cuento de cuando ellos eran niños sobre quién diablos era Patrick Roy.

“¡Wow mamá, y la señora entonces viajó todo el tiempo con Magglio Ordóñez!¡ Y nunca se dió cuenta!”

“No, se dió cuenta después, cuando llegó a su casa”

“Ah, está peor que tu, entonces, tu al menos descubriste por tu cuenta quién era Patrick Roy…”

“Si, si, mi amor tienes razón”

“…Y además, tu no ibas a estar cuatro horas al lado de Patrick Roy sin darte cuenta, ¿No?”

“¿Yo? Claro que no, por la conversación me lo hubiese imaginado inmediatamente”

Y luego David agregó ..

“¡Ah, mamá! ¡Tu estás igualita! tu tampoco sabes quién es Magglio Ordóñez ¡Reconócelo!”

“¿Yo? ¿Magglio Ordóñez? ¡Por supuesto que se, David! ¿ Por quién me tomas? ¡Pues claro que se quién es Magglio Ordoñez!

“Dime, dime entonces quién es….a ver..a ver”

“¿Yo?¿Y porqué te tengo que decir?”

“¡Jajaja! ¡Mamá no sabe quién es Magglio Ordóñez! ¡ Jajaja!”

Terminé la cena y cuando pude recuperar la calma de mi computador, accedí a mi caja
de correos. Busqué el email de F., quien siempre está conectado, y teclié:

“F., tu cuento es aún más verídico de lo que piensas. Explícame de una vez por todas ¿Quién diablos es el Magglio Ordóñez de tu hermana?”

Recibí, como única respuesta, una sonora carcajada virtual.

…Pero, si me sientan hoy al lado de cualquier fanático de baseball, le explicaré con mucha propiedad que Magglio Ordóñez Delgado, mide 5’11”, pesa 170 lb y batea y lanza con la derecha.

Y si mi interlocutor me explica que tuvo cinco temporadas con más de treinta home runs, le diré que no, que fueron cuatro, pero que tiene cinco con más de veinte y que, además, estuvo en el All-Star Rookie team el año que entró en Grandes Ligas con los Medias Blancas de Chicago.

Pero por favor, no le cuenten nada a Magglio, si acaso se lo cruzan, no vaya a ser que se sienta muy afectado por la segunda historia de su fama desconocida.

Y si por casualidad se entera, explíquenle que porque vayan dos, no significa que en la próxima esté ponchado, ya que el primer strike fue de una de esas raras venezolanas que viajan en clase de negocios y el segundo, de una cuentista intrascendente que nunca pega una pregunta anaranjada del Trivial Pursuit

… y que tampoco tenía idea, hace trece años, de quién diablos era Patrick Roy.

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