El gobierno venezolano ha hecho una propuesta para arreglar el problema del bajo porcentaje de estudiantes de clases populares que ingresan a las Universidades.
La propuesta consiste en hacer que el cupo en las Univeridades sea por liceo y no general, como lo es actualmente. De tal manera, cada liceo tendría una cuota asegurada y los estudiantes de un mismo liceo sólo tendrían que competir entre ellos. Según funcionarios del Ministerio para la Educación Superior, tal método garantizaría que 73% de los estudiantes Universitarios serían de los estratos populares.
El remedio es peor que la enfermedad ya que el gobierno no parece haberse dado cuenta que la razón por la cual los estudiantes de las clases populares no logran en estos momentos entrar en mayor número a las Universidades es porque no aprueban el examen de aptitud académica.
El verdadero problema es, entonces, que los estudiantes de las clases populares no pueden competir académicamente con los estudiantes salidos de los liceos privados.
La pregunta que el Gobierno debería hacerse es más bien ¿Porqué la educación básica de primaria y bachillerato a cargo del Estado no puede competir con la educación privada? La respuesta es muy simple: porque no ha habido un plan por parte del Estado enfocado hacia la mejora de la calidad de la educación pública de base. El gobierno ha estado demasiado ocupado durante casi diez años en buscar maneras de ideologizar la educación y en tratar de menoscabar las Universidades autónomas pero no ha hecho ningún esfuerzo para que la eduación pública sea una educación de alta calidad, independientemente del nivel social de los niños y jóvenes involucrados.
La medida propuesta por el gobierno le garantiza a los estudiantes de los barrios que podrán entrar a la Universidad. Sin embargo, no les garantiza que la formación previa será suficiente como para poderse desempeñar adecuadamente y terminar exitósamente su carrera. Un estudiante mal formado en bachillerato, tendrá más dificultades y más probabilidades de desertar los estudios.
Paralélamente, si la proporción de estudiantes con bajo nivel académico aumenta de manera significativa, las Universidades se verán obligadas a bajar sus exigencias académicas, con lo cual bajará igualmente el nivel de sus egresados. Venezuela se vería entonces graduando personal incompetente que tendría dificultad de desarrollo en el mercado de trabajo y que no sería garante de la construcción de un mejor futuro para el país.
En conclusión, el primer gran problema de la medida propuesta es que no ataca el verdadero problema de fondo de la educación venezolana y que, potencialmente, creará más deserción universitaria, disminución de la competencia profesional de los egresados, menos oportunidades de buenos trabajos para los graduados y una mano de obra menos calificada para el desarrollo del país.
El segundo gran problema de esta medida es que juega contra la excelencia en educación e incita a la mediocridad.
Pongamos un ejemplo. Supongamos que en una zona popular exista un liceo competitivo, de estándares altos y cuyos profesores trabajen con dedicación para subir el nivel de formación de sus alumnos. En el liceo de al lado, la educación es mediocre y los estudiantes son dejados a la buena de Dios. Según la medida propuesta, los estudiantes del primer liceo tendrán, en promedio, menos posibilidades de acceder a la Universidad que los estudiantes del segundo liceo, a pesar de que estén mejor preparados. De hecho, buenos estudiantes del liceo "bueno" podrán quedarse sin cupo, mientras que estudiantes con menos formación del segundo liceo entrarían, dado que el cupo es asignado por liceo, y no por conocimientos.
Vemos entonces que la medida incita a la mediocridad: ¿Porqué estudiar más en un liceo "difícil" si éso bajaría las probabilidades de aceptación universitaria? ¿Porqué los profesores de un liceo tendrían interés en mejorar el curriculum y las actividades del mísmo, si los estudiantes no estarían interesados en ingresar a tal liceo?
El gobierno está equivocado: la verdadera democratización de la educación está basada en la verdadera igualdad de oportunidades la cual implica el tener acceso a la excelencia desde temprano, y el poder competir con cualquiera para adquirir los más altos estándares de formación académica. Esa igualdad de oportunidades podrá tener lugar únicamente cuando el Estado entienda que debe darle a todos los estudiantes de Venezuela la oportunidad de tener una formación de base de alto nivel. Eso se lleva a cabo invirtiendo en profesores y maestros de primaria y secundaria, creando programas especializados de alto nivel, repartiendo becas de persistencia y de excelencia entre las poblaciones más desfavorecidas y proporcionando un soporte sólido de infrastructura a todas las escuelas y liceos del país.
La verdadera democratización de la educación ocurrirá cuando los muchachos de los cerros puedan competir en un examen de admisión contra los muchachos formados en el Emil Friedman. Eso está muy lejos de la propuesta del gobierno la cual no es más que un espejismo, una orden artificial de admisión en las Universidades sin ninguna visión a largo plazo de cuál será el impacto de la medida, y que nada tiene que ver con la excelencia en educación ni con el otorgamiento de verdaderas oportunidades de vida para los sectores desfavorecidos.
La propuesta del gobierno engaña a los pobres, porque no va al meollo del problema de la calidad de su educación.
La propuesta del gobierno humilla a los pobres porque les vende una educación de medio pelo, que no les asegura un porvenir sólido ni les da los útiles para un verdadero desarrollo personal.
La propuesta del gobierno engaña a Venezuela porque no corrige las flaquezas del sistema de educación y elimina completamente la competitividad y la excelencia.
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