En mi opinión Chávez fue a Chile con un objetivo claro: desviar la atención de la Reforma.
En efecto, las encuestas demuestran que mientras más sabe la gente sobre la Reforma, menos le gusta. Paralélamente, las largas colas de gente comprando leche y huevos unas semanas antes de que quieran cambiarle completamente su Constitución, no auguraba nada bueno para el gobierno.
Por eso, Chávez necesitaba conflicto, división, hacer algo que hiciera que los periódicos locales se desviaran de la información sobre la Reforma, las seis horas de cola en los Megamercales y el fantasma de las cartas de racionamiento a la cubana.
Chávez comenzó entonces a insultar a Aznar, sabiendo que el Gobierno Español le rebatiría. El Rey luego le proporcionó el alibi de oro en bandeja de plata. El mandar a callar real le dió a Chávez todo el espacio para quejarse de 500 años de historia en vez de responder ante el país sobre la legalidad de su Reforma o la incapacidad de su gobierno.
Con gran inmadurez, los medios de información venezolanos e internacionales cayeron redondo en la trampa chavista. No hablaron de más nada. Los columnistas se regodearon de que Chávez hubiese sacado al Rey de sus cabales. Los "Por fin", las caricaturas y las rajadas de vestidura pública tuvieron lugar para hacer que la intelectualidad Venezolana diera rienda suelta a un sentimiento de redención colectivo en un episodio a lo "Traje nuevo del Emperador", donde, irónicamente, es un Rey el que hace las veces de muchachito que dice lo que piensa.
Mientras tanto, el tic-tac del reloj sigue corriendo, y los espacios de Internet, las caricaturas, las páginas frontales de periódicos, los programas y columnas de opinión, los noticieros, los foros, las conversaciones de café, han desplazado a la importante Reforma para darle cabida al tonto incidente que Chávez quiere, por ahora, convertir en un gran impasse diplomático.
Al menos hasta el 2 de diciembre.
La primera parte de la estrategia referendaria chavista se está entonces cumpliendo perfectamente: mantener al público desinformado sobre la Reforma y distraido con esas pendejeras con los que los Venezolanos suelen olvidarse de su realidad cotidiana.
La segunda parte comienza a cobrar más fuerza a medida que se acerca la fecha y las encuestas dan la posibilidad de victoria al NO: utilizar la política de incitar a la abstención de la oposición.
A tal efecto, aparecen repentinamente figuras controversiales que desempolvan el fantasma de las captahuellas con teorías cuya falsedad puede ser verificada por cualquiera que haya seguido un poco el proceso , pero que son indiscernibles para la gran mayoría de la gente. El lema es entonces crear zozobra para llamar a la abstención, esa abstención que tan bien le ha servido a Hugo Chávez desde su primera elección.
Mientras la oposicón se abstenga y la población esté distraida con el Rey de España en vez de preguntar sobre los distintos tipos de propiedad, la pérdida de poderes, la reelección indefinida o las medidas propuestas por un gobierno que en época de vacas gordas no es capaz de proporcionar los alimentos básicos a su población, el Si saldrá vencedor.
La trampa está en la abstención.
El resto, es Pan y Circo.
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