Monday, December 03, 2007

Radiografía de una victoria corta

No es fácil entender que un pueblo, ante el adefesio de Reforma que le estaban imponiendo desde la cúpula del poder, no use la única arma que tiene para votar masivamente contra quién sostiene la amenaza. El 44% de abstención en una contienda como ésa, en la que el país se estaba jugando su futuro y el futuro de varias generaciones de venezolanos, simplemente no tiene cabida en mi espíritu. Los dos extremos de la abstención, el uno brandiendo la excusa de no darle el voto a una oposición detestada, a pesar de no estar de acuerdo con el contenido de la Reforma, y el otro utilizando la lógica del fraude, no deberían tener lugar en la lucha contra la tiranía anunciada.

Un Referendo como ése, de esa magnitud, de esa importancia, ha debido tener más de 90 por ciento de participación y como resultado un NO rotundo y resonante.

No fue así: la participación fue escasa y la victoria corta.

A parte de Chávez, el otro gran perdedor del Referendo del domingo es, irónicamente, la oposición formal venezolana, los políticos profesionales que no supieron convencer al país que cuando uno no está de acuerdo hay que votar en contra y que no convencieron tampoco a sus seguidores abstencionistas de que la posibilidad de que el árbitro no sea confiable no es una opción para no votar cuando la libertad del país está en juego.

Hugo Chávez perdió no por 1 o 2 puntos de ventaja, como quiere hacernos creer, sino por 3 millones de votos. Los votos que fueron de él en Diciembre del 2006 y gracias a los cuales se creyó que podía hacer una Reforma ilegal, express, sin discusión, impuesta, basada únicamente en su carisma y en la anómala situación política del país. Luego, al transformar la contienda, que ha debido ser minuciosamente técnica, en un plebiscito sobre su persona, Chávez desnaturalizó completamente la propuesta para pedirle un cheque en blanco a los Venezolanos. La respuesta fue masiva: a pesar de su carisma y de la confianza que le tienen los estratos más pobres de la población, la mayoría de los venezolanos no estuvieron de acuerdo en darle ese cheque en blanco para que hiciera lo que quisiera con su Constitución.

Los chavistas ya están haciendo un examen de conciencia sobre esta situación y fue el propio Hugo Chávez en su discurso quien llamó la atención sobre la pérdida de votos desde diciembre del 2006.

Pero la oposición es lenta en hacer su examen de conciencia ya que está claro de que a pesar de esa clara muestra de rechazo hacia la propuesta del Presidente, una gran parte de la abstención fue anti-oposición: en esos abstencionistas "pro-chavistas" el rechazo a la Reforma no logró ganarle al amor a Chávez o al rechazo a la oposición.

La oposición debe también hacer un examen de conciencia sobre el comportamiento de sus líderes la noche del Referendo. Los políticos representantes del NO no pudieron retenerse ante la presión que crecía mientras el CNE no daba resultados. Fuimos testigos de un espectáculo bochornoso de aquellos que pretenden llevarnos por el camino del triunfo, pero que no saben ni siquiera guardar la calma en los momentos decisivos. Eran momentos cruciales en los que su comportamiento hubiese podido llevar a prender la calle. Perdedores igualmente los clásicos políticos oportunistas, aquellos que a penas unos días antes incitaban a la abstención y que oliendo el triunfo cerca se pavoneaban como protagonistas ante las cámaras de televisión.

¿Se creen que el pueblo es tonto? La victoria no fue nunca de ellos, todo lo contrario, ganamos muy a pesar de la manera incompetente como han representado el alma de la oposición todos estos años.


El otro perdedor es, en mi opinión, el CNE. Es claro que se trata de un órgano totalmente parcializado hacia el gobierno que actúa de manera cosmética ante el apabullante abuso de poder que el gobierno ha tenido en todas las contiendas electorales. El CNE es visto por los venezolanos no como un árbitro imparcial sino como un apéndice del gobierno. El resultado de este Referendo era la ocasión ideal para que el CNE asumiera su verdadero papel y le otorgara de nuevo a los Venezolanos la confianza en el voto y en sus instituciones democráticas.

Lamentablemente, el CNE perdió esa oportunidad por la insólita espera que dejó al país y al mundo en ascuas. Todos sabíamos cuál era el resultado de la contienda muchas horas antes del anuncio. ¿Porqué entonces la espera? La excusa de que el resultado era muy reñido no aguanta para justificar las muchas horas que se tardaron en dar una respuesta. Personalmente he tenido la oportunidad de vivir un Referendo, manual, además, mucho más crucial y mucho más cerrado, en el que el resultado fue sin embargo anunciado en pocas horas. El CNE tenía estadísticos a su disposición y, en el peor de los casos, hubiese podido al menos indicarle a la nación el estado de la situación.


Pero ante este rosario de perdedores, hay un sorprendente grupo ganador: los estudiantes.

Los jóvenes que inventaron marchas, claveles, manitas blancas, y estrategias para guardar y cuidar el voto. Esos muchachos que despiertan a los Venezolanos de su apatía, que sacuden a una Venezuela reumática para que se de cuenta de que se está jugando su futuro, un futuro de libertades y de prosperidad que les pertenece y que no tenemos derecho de hipotecar, tal como hicieron las generaciones precedentes. Esos muchachos que no quieren ser balseros, y que tomaron en sus manos la responsabilidad de frenar a Chávez para que ellos puedan envejecer y prosperar en el país que los vió nacer.

Los muchachos, por primera vez en muchos años, nos dieron una victoria, pero sin una oposición que sepa hacerse un análisis de conciencia, que se una, que deje a un lado el protagonismo, que se sacrifique por el país y que vea hacia al futuro sin dejarse distraer por lo inmediato, esta no será sólo una victoria corta sino una corta victoria.

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