Thursday, May 02, 2013

Preludio de fin de reino?







Si yo hubiese sido Nicolás Maduro, habría repudiado inmediatamente y con fuerza los sucesos de violencia de la Asamblea Nacional del 30 de abril. Sino por convicción propia, al menos para evitar el golpe de estado interno que Diosdado Cabello le está tratando de dar desde la Asamblea Nacional. El no haberlo hecho demuestra la debilidad del gobierno y de la figura de Maduro.

Lo que pasó el martes 30 de Abril en la Asamblea va más allá de ser una salvajada, impensable en un país democrático.

Para entenderlo, hay que ir para atrás. Hay que acordarse que Cabello es uno de los pocos militares de los que Chávez no pudo deshacerse nunca. Se trata de un hombre poderoso, con influencia en el ejército y que posicionó hábilmente a sus peones en distintas esferas del poder. Tan bien lo hizo que logra colocarse en la Asamblea Nacional en un momento clave. Diosdado no pierde tiempo, se hace nombrar Presidente de la Asamblea y desde allí le hace contrapeso a cualquier figura que pueda asomarse desde el ejecutivo, esperando el momento en que sea su turno.

El turno no viene, Chávez se las arregla para dejar en claro que no quiere a Cabello como sucesor y luego sus herederos se las arreglan a su vez para que constitucionalmente no tenga que tomar el poder ni siquiera a corto plazo. La opinión pública opositora en ése momento está demasiado ocupada con los dimes y diretes de la sucesión de Chávez y, en contraposición con el cubanismo claro del candidato sucesor, deja tranquila a la figura de Cabello, que sigue consolidando su poder, listo para el asalto.

La excusa viene después de las elecciones. Maduro derrite en pocas semanas el capital de simpatía heredado de la muerte de Chávez. Los resultados son cerrados, tan cerrados que la oposición no los reconoce: en un país dividido en dos y con tanto abuso de poder por parte del gobierno, cualquier incidente extra tiene una alta probabilidad de haber influenciado el proceso. El país se enciende, la gente que no quiere al gobierno, harta de 14 años de abuso, sale a la calle. Maduro, que en un primer momento acepta el pedido de reconteo se echa para atrás ante las presiones de los voceros fuertes de su partido. Es allí donde Cabello sale al ataque con una carta que nadie había venido venir: desde su puesto de Presidente de la Asamblea emite una orden inédita en ningún Parlamento: aquellos que no estén conformes con la elección de Maduro, no podrán hablar, serán destituidos de sus puestos en las comisiones parlamentarias y no cobrarán sueldo.

En un primer momento, la noticia es tan inmensa que parece una payasada. ¿Con qué derecho el Presidente de la Asamblea Nacional despoja a los diputados electos por el pueblo de su poder de representación? Pero en unos días nos damos cuenta que no es el caso. El propio Cabello se encarga de recordar que Chávez contenía a los más extremistas de su grupo, pero que muerto Chávez, le queda la via libre.

Con esa primera maniobra, Cabello desacredita aún más al débil gobierno de Maduro, mientras se consolida a si mismo como el hombre fuerte de la revolución. Maduro, quien conoce muy bien el funcionamiento del Parlamento, en vez de reaccionar, deja que las cosas tomen su curso.  Esta vez, ante las protestas, los diputados de la oposición son amedrentados con una violencia salvaje.

La excusa oficial es que los diputados opositores complotaron para violentarse a sí mismos, o, con sus pitos y vuvuzuelas de protestas llevaron a sus colegas a caerles a palos. La lógica recuerda a la del violador que acusa a la mujer violada de vestirse sexy, o la del esposo violento que acusa a la esposa de haberle llevado la contraria. La idea es tan absurda que no vale la pena ni discutirla, pero si se quiere, basta ver la grabación de los hechos para darse cuenta que ninguno de los miembros de la directiva se inmutó ni un ápice mientras la golpiza tenía lugar en el medio del Parlamento. El diputado que hablaba, siguió hablando, y el Presidente de la Asamblea nunca tomó el micrófono para ordenar que se hiciera orden en la sala. Cabello, o complotó activamente para propiciar la paliza a la oposición o no hizo nada para evitarla.

Es ahí donde Maduro ha debido reaccionar y utilizar su poca cuota de poder en repudiar la agresión y pedir una investigación para meter preso a los culpables. En vez de éso, en un primer momento banaliza lacónicamente el asunto definiéndolo como una sampablera y al final no solo se acoje calmadamente a la historia oficial que Cabello le ha escrito desde la Asamblea, sino que autoriza una cadena nacional para mostrar las pruebas de que lo ocurrido fue complotado por la oposición.

La cadena es ése instrumento de comunicación excepcional que los gobiernos tienen para comunicar situaciones especialísimas y que en los últimos 14 años, en Venezuela, ha servido para promover masívamente la visión y la propaganda del gobierno sobre todas las televisoras. Las llamadas pruebas son en realidad una grabación detallada en las que la cámara oficial de la Asamblea Nacional sigue fortuitamente y con una música de misterio como fondo todos los movimientos "sospechosos" de los diputados de la oposición, en especial los de la diputada Machado quien es vista hablando solapadamente con sus colegas. Los diputados complotan alrededor de un bolso, que se pasan los unos a otros. De pronto aparece una vuvuzuela y luego un pito, y al final una gran pancarta con el escrito "Golpe al Parlamento".

El clip es tan burdo que sería risible, como una mala película de misterio. Pero el abuso le quita a uno el sentido del humor: la manipulación clara del recurso de video de la Asamblea Nacional, la música con transfondo de complot, la utilización de las ondas y los portales de los medios de comunicación públicos, el abuso de la cadena.

A partir de aquí, no está clara cuál será la progresión de eventos. El primer paso fue mandar a callar, el segundo golpear, cuál será el tercero... No está clara cuál es la política de Maduro, ni la de Cabello. Se entiende que Cabello quiere mostrar su fuerza desde la Asamblea y ha escogido aplicar fascismo y represión desde la cúpula de poder en la que se encuentra, pero el pueblo chavista no debe estar contento con lo que se vivió en la Asamblea. Maduro por su parte, lleva la política de la veleta.

Yo no se si esta historia tendrá un final feliz o no, pero no me extrañaría que estemos viviendo el preludio de fin de reino.


4 comments:

Hijo del Vecino said...

Excelente artículo !

Coincido en el creer que pareciera el fin de un reino. El gran y grave problema es que hoy al introducir la impugnación de las elecciones, de la cual muy probablemente no tendremos respuesta, hemos agotado las alternativas políticas.

Pedro Hidalgo Vargas said...

ojala, Bruni

maduropapers.wordpress.com mi blog contra Maduro. Que te guste!

Mor8 Ernesto said...

Saludos, segui tu blog desde tu comentario en Caracas Crhonicles, me estoy suscribniendo suscribe al nuestro tambien urbe18.wordpress.com

Hijo del Vecino said...

Mucho tiempo sin publicar ...