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En Inglaterra, después de la primera Guerra mundial, hubo un auge importante del espiritismo. Incluso Sir Arthur Conan Doyle, el creador del muy racional Sherlock Holmes, pasó los últimos años de su vida dedicado a intentar establecer contacto con los difuntos. No es de extrañarse: la Guerra cortó tantas vidas y dejó devastadas a tantas familias, que era comprensible que muchos ingleses quisieran tratar de entrar en contacto, de cualquier manera posible, con sus seres queridos.
Los
Venezolanos estamos acostumbrados a eso. En un país donde se le rinde culto a
una reina legendaria cuya estatua se encuentra en el medio de la autopista
principal de la capital, donde la santería existe y donde la mayoría de la
gente se considera profundamente creyente, no es de extrañarse que, desde siempre,
el más allá forme parte de nuestra idiosincrasia y realidad cotidiana.
Se
trata del realismo mágico, que siempre ha envuelto a la sociedad venezolana,
haciéndola vivir en un extraño cuento, en el que la dureza de la realidad pasa
a un segundo plano, para darle entrada a la fantasía de lo que pudiese ser.
Nadie,
a parte algún que otro famoso autor de telenovelas, supo explotar tan bien el
realismo mágico venezolano como Hugo Chávez. Sus Alo Presidente eran una obra
de arte en el género. El show alejaba al venezolano de su difícil realidad
cotidiana y consagraba a Chávez como el sacerdote mayor, el animador de esa
nueva realidad que entretenía y hacía pensar en otra cosa. Luego, con su
enfermedad, el aspecto religioso comenzó a cobrar importancia y el pueblo se vio
claramente identificado con las oraciones públicas que se hacían para pedir el
pronto restablecimiento de su Presidente. Chávez ahondó el sentimiento,
apareciendo públicamente en ritos y actos religiosos dedicados a su pronto
restablecimiento.
La
situación se volvió más dramática los últimos meses de su increíble vida. Digo increíble,
porque viéndolo de manera fría, Chávez tuvo una vida de novela. Incluso el
final, el cáncer abrumador que nadie se
espera en un hombre joven, la implacabilidad de la vida que le caía encima a un
hombre que parecía todo poderoso y el secreto que circundó hasta el ultimo
minuto su enfermedad, agregaron al realismo mágico del personaje. En la muerte,
las cosas no fueron distintas. Sus colaboradores cercanos, hasta esos momentos
agnósticos, sacaron a relucir sus creencias públicamente. De pronto, todo fue
posible: que un pájaro se le apareciera al presidente encargado como un signo o
que el cáncer fuera producto de un complot , el realismo mágico tomaba de nuevo
el control de la situación y de la política.
Desaparecido
Chávez, desaparece el personaje principal de la novela venezolana de los
últimos catorce años. El realismo mágico
se desinfla poco a poco para dar lugar a la realidad de todos los días: los
atracos, la escasez ,la inflación. Mi abuelita solía decir “quiso hacer una
gracia y le salió una morisqueta” ...es exactamente lo que pasa con el
gobierno, lo que en Chávez era una gracia, en sus seguidores luce como morisqueta.
No se trata sólo de ineptitud ya que el tren de gobierno es el mismo que había
antes, se trata de falta de carisma. O, como también decía mi abuelita “Más
vale caer en gracia que ser gracioso”.
Cuando
el libreto se vuelve flojo, los escritores tienen trucos, a veces
desesperados, bajo la manga. Desde
Dickens, hasta Cabrujas, pasando por Dumas y por los creadores de Dallas. Todo
se vale para evitar que la novela se desinfle. En estos momentos, vivimos el equivalente del escape
de Edmond Dantés o la reaparición de Patrick Duffy en la serie Dallas. De
pronto aparece en Internet un audio de Chávez, supuestamente dejado como
mensaje en el teléfono de su hermano Adán.
La
primera pregunta que uno se puede hacer es si se trata efectivamente de Chávez.
Yo creo que sí, yo creo que es realmente su voz. La segunda es si es un
montaje. Pudiera ser, pero también podría ser simplemente uno de los tantos
mensajes que le dejó al hermano durante su vida y que ahora es presentado fuera
de contexto. Finalmente, uno se concentra en el mensaje en sí. Es muy bueno. No
dice nada en particular, pero sugiere todo al mismo tiempo: que está vivo, que
lo tienen secuestrado y que no es posible que la gente no esté al tanto de lo
que está sucediendo. El mensaje, incluso para alguien que nunca quiso a Chávez como yo, es conmovedor, realista, bien hilado. En pocas palabras, montaje o no, aquel a quien se le
ocurrió sacar el mensaje a la luz pública, es realmente alguien inteligente.
La
próxima pregunta es, por supuesto, quién lo hizo y porqué. Cuando las cosas
pasan, uno siempre tiene que preguntarse quién tiene algo que ganar. Los chavistas acusan con altavoces a J.J. Rendón, el agudo orientador
político de la campaña de Capriles. Según ellos, Rendón ganaría el desacreditar al grupo de gobierno. Por lo bien pensado del audio, uno podría
pensar que fuese Rendón a quien se le hubiese ocurrido el esquema, pero la verdad
es que, a pesar de lo que Maduro y el tren de gobierno trate de inculcarnos, Rendón no tiene nada que ganar con lo que está ocurriendo. Todo lo
contrario, el audio ha distraído a la
opinión pública de los importantes problemas del país, lo cual no le conviene a
la oposición. Se podría pensar,
entonces, que son los mismos chavistas los que han sacado el audio, para
distraer a la gente. Se trata de la hipótesis más factible, dado que le da al
gobierno una carta más para intentar inducir a la gente en el famoso realismo
mágico de los últimos catorce años. Sin embargo, tengo mis dudas: el audio está
demasiado bien hecho. Sería posible que fuese alguien más, dentro del gobierno,
quien lo hubiese soltado con la intención de desacreditar a otra fracción.
Finalmente,
está la posibilidad irresistible de que se trate de Chávez mismo, cual Edmond Dantés, secuestrado
en una isla desierta, convenciendo a uno de sus captores que le preste un
celular y dejándole el mensaje de vida a su hermano mayor. En la Venezuela de
Chávez todo es posible.
En el
fondo, ningún venezolano dice creer en brujas…pero de que vuelan, vuelan.
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