Monday, December 18, 2006

Voluntariado obligatorio


Existen sólo dos tipos de trabajos honestos en una sociedad libre: el trabajo que se hace para ganarse la vida y el que se realiza de manera libre y voluntaria, sin cobrar nada, simplemente por el gusto de ayudar a los demás o implicarse en causas que uno considere justas.

Dentro de ese marco, cada quien escoge cuál es la causa o la obra en la que quiere emplear su tiempo: en deportes, en medicina, en alfabetización, en arte, en organismos profesionales, etc. La idea es que cada quien emplee ese tiempo libre en obras que le den satisfacción personal y que sirvan a la vez para ayudar a la comunidad donde se desenvuelve.

Personalmente soy voluntaria para ayudar a mujeres con cancer del seno durante sus tratamientos. Nadie me ha obligado a ello, y, a pesar de que estoy dentro de la lista de voluntarios de una organización hospitalaria y que he recibido entrenamiento al respecto, nadie verifica si cumplí con un número de horas por semana. El trabajo lo hago por convicción personal y no porque ningún gobierno haya pasado una ley obligándome a que haga Servicio Social.

La reciente ley del Servicio Social promulgada por la Asamblea Nacional desvirtúa completamente el trabajo voluntario. De hecho, en una sociedad donde todo se mide con dinero y donde todo se rige con leyes, el trabajo voluntario abre un tipo de implicación diferente basada únicamente en la solidaridad humana. Pero cuando el gobierno regula el trabajo voluntario dentro de un rígido marco controlador, lo lleva hacia áreas de su interés y, además, lo impone con toda la fuerza de la ley como un deber, está destruyendo la esencia misma de la solidaridad humana y social que, supuestamente, quiere promulgar con dicha ley.

Lo grave, además, es que el trabajo social es entonces un trabajo obligatorio pero sin remuneración.

Hay una palabra que existe en el diccionario para definir ese tipo de trabajo. Es una palabra que nadie quiere pronunciar en estos tiempos modernos y ante la cual todos nos alzamos cuando sabemos que sigue vigente en ciertos focos extremistas del planeta.

El trabajo obligatorio no remunerado se llama Esclavitud.

Que la esclavitud sea en nombre de un ideal social, que sea estatizada y legalizada o que exista gracias a un patrono con ansias enriquecedoras, sigue siendo esclavitud.

Tal como dije al principio, en una sociedad moderna justa pueden existir sólo dos tipos de trabajos: el que se remunera honestamente, o un trabajo voluntario sin ataduras que se realice por convicción, en pleno ejercicio de los derechos personales.

El trabajo no remunerado y altamente regulado que la Asamblea Nacional le está imponiendo actualmente a los venezolanos, simplemente no tiene cabida en una sociedad libre y democrática.

Termino con la estrofa anónima de un magneto que me regalaron y que tengo pegado orgullosamente en la puerta de mi nevera.

Dice así:

“Los voluntarios no son pagados, no porque no valgan nada,
sino porque no tienen precio”

Claro está, se refiere a los verdaderos voluntarios.


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