Friday, December 08, 2006

El último golpe de Estado.


La poderosísima maquinaria de propaganda del Estado Venezolano, ha vendido la imagen de la disidencia venezolana como la de una oposición rancia, que existe únicamente para cuidar sus ávidos intereses. Al mismo tiempo, encubre el abuso de poder, el totalitarismo y el jaque que Chávez le ha dado a todas las instituciones, vendiéndose a los ingenuos como un proceso democrático amplio, limpio y revolucionario.

La verdad es que todas las instituciones han sido tomadas por el golpista de Sabaneta: el Congreso, la Corte Suprema, los Tribunales, la Fiscalía, el CNE, los Ministerios y las Empresas del Estado, empezando por la más importante: PDVSA.

Valiéndose de triquiñuelas pseudo-legales, mezcladas con carisma y una buena dosis de populismo, Chávez fue colocando todos sus peones y dándole jaque a cada institución en un largo y prolongado golpe que ha durado ocho años.

Hoy, después del 3 de diciembre, Chávez se prepara a dar el último golpe de Estado. No le basta el poder absoluto: lo quiere para siempre.

Habiendo ya dado un golpe contra el Poder Legislativo, Judicial y Electoral, pues se prepara a apoderarse para siempre del Poder Ejecutivo.

El último golpe de Estado es un golpe a la institución misma de la Presidencia a través de una proclamación de elección indefinida.

Como siempre, usará elecciones, referenda y el apoyo de todas las amañadas instituciones ya golpeadas y tomadas por el chavismo para darle un barniz democrático y de credibilidad a un acto que sólo se permiten los grandes dictadores.

Se habla ya de parlamentarismo de calle y de sustituir una Constitución que, irónicamente, fue creada hace apena siete años por y para Chávez. Como buen caudillo, el teniente coronel de Sabaneta necesita que las leyes se le amolden totalmente, como que si fueran guantes de lycra, y, cuando no es el caso, hay que cambiarlas.

Nos quedan armas, aunque pocas, que irónicamente ganamos en la dura derrota del 3 de diciembre.

Antes que nada, los que disentimos con el proyecto absolutista de Chávez, comenzamos a tener el arma de la credibilidad, tras años de epítetos propagandistas como “golpistas”, “oligarcas” y “disociados” creados y machacados ad-infinitum por la maquinaria y los actores del gobierno.

Adquirimos también mejores condiciones electorales que las que existían anteriormente.

Hemos ganado igualmente, que entidades internacionales se hayan dado cuenta del abismal ventajismo con que se llevó a cabo la campaña electoral, en la que el candidato Chávez utilizó todos los recursos del Estado Venezolano como que si fueran los de su hacienda privada.

Entonces, hay que utilizar esas ganancias recién adquiridas para impedir el último golpe.

Es inútil seguir hablando de fraude y de condiciones que no se cumplieron. Hay que mirar hacia adelante, y hacer como el militar de Sabaneta que planifica dónde y cómo quiere llegar antes de mover estratégicamente sus piezas.

La lucha es dura, y la lucha es pronto, pero hay que lucharla para evitar el último golpe de Estado.


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