A más de una semana del final de los juegos olímpicos, hay buenas y malas noticias.
La buena noticia es que Venezuela entró dentro de la lista de países vencedores de medallas.
La mala es que es el último país de la lista de ganadores.
Es el último porque Venezuela ganó lo mínimo que se podía ganar, una sola medalla de bronce, y porque el nombre del país comienza por "V", que viene después de la "T" de "Togo". Es así que Venezuela se encuentra en el puesto número 87 del hit parade olímpico de Pekín, de última después de Afghanistan, Egypto, la isla Mauricio, Israel, Moldavia y Togo, todos estos países con una medalla de bronce como Venezuela.
No, no leyeron mal. Afghanistan, con sus talibanes, sus burkas, sus guerras, su Osama Bin Laden escondido y sus atentados diarios está en el mismo nivel olímpico que Venezuela.
Otra mala noticia es que Venezuela también echó para atrás. De hecho, hace cuatro años, el país había ganado dos medallas, habiendo enviado menos atletas.
¿Qué pasó?¿Porqué un país en pleno apogeo petrolero tiene un desempeño tan bajo en el plan olímpico?
La respuesta es muy simple: existe una correlación entre el desempeño de los países y el puesto olímpico. Los países que avanzan en desarrollo generalmente avanzan de peldaños olímpicos. Lo contrario también es generalmente cierto: los países que reculan, bajan de peldaños. El triste lugar de Venezuela es una muestra más, esta vez con cuentas de medallas, de que el país está retrocediendo.
¿Porqué digo yo que existe una correlación entre los peldaños olímpicos y el desarrollo? Pues porque para tener atletas de alto nivel que puedan ser exitosos en las olimpíadas se necesitan muchos de los ingredientes que hacen avanzar a los países. Antes que nada institucionalidad: los logros deportivos se obtienen porque el Estado tiene instituciones que garanticen una cierta continuidad en los entrenamientos, en el soporte y en las obras que se realicen para promulgar el deporte de élite. En segundo lugar: visión a largo plazo. El deporte no se improvisa, sino que es el fruto de programas a a largo plazo que apunten hacia el desarrollo de élites deportivas. En tercer lugar: calidad de vida. Par ser deportista hay que comer bien, dormir bien, tener acceso continuo a entrenamiento y a buenas instalaciones. En cuarto lugar: soporte familiar, gubernamental y privado. Para llegar a esos niveles de deporte se necesitan materiales especializados, entrenamientos, entrenadores y competencias de alto nivel lo cual significan un desembolso y una logística importantes por parte de las familias que necesitan de ayuda gubernamental y del soporte de compañías privadas.
Si nos ponemos a estudiar cada uno de esos puntos, nos damos cuenta de que Venezuela está exactamente en el extremo contrario. Comencemos por el primero: el país, desde 1998, acusa una destrucción sistemática y total de todo lo que signifique institucionalidad. Las instituciones han dejado de existir. La única institución significativa es Miraflores, el resto es cambiado a dedo de acuerdo a los designios y caprichos de Hugo Chávez. El segundo punto, la visión a largo plazo para la formación de élites deportivas, no puede estar más alejada de la realidad Venezolana. En Venezuela existe una sóla visión a largo plazo: la que tiene Hugo Chávez para quedarse eternamente en el poder. El resto, es improvisación. Veamos ahora la calidad de vida. Un país donde la seguridad personal es el problema más grave, seguido por el tráfico y la escasez, no crea el clima más propicio para entrenamientos seguidos en horas inusuales, transporte de futuros atletas o alimentación especializada. Finalmente, hablemos del soporte. En un país donde no hay calidad vida, no hay organización y, sobre todo, no hay confianza, el soporte de las familias, del estado y de las compañías privadas es muy dfícil de obtener.
En pocas palabras, el poco éxito de Venezuela en las Olimpíadas no es de extrañarle a nadie, ya que la Venezuela bajo Chávez, a pesar de la gran riqueza petrolera, ha degenerado hasta convertirse en el país disfuncional que es hoy en día.
Como muestra, un botón.
Hace unos domingos el Presidente invitó a algunos atletas que aprovecharon para recalcarle las fallas de las organizaciones deportivas.
El Presidente recibió los comentarios y se decidió a actuar.
Lo adecuado hubiese sido que se dirigiera al Ministro de deportes para crear una comisión independiente de expertos que analizaran las causas de los malos resultados olímpicos y que aportaran ideas para mejorar la situación. A partir de allí, se podría comenzar a construir la institucionalidad, la estructura y la organización deportiva necesaria para, a largo plazo, obtener más éxitos olímpicos.
Pues bien, la actitud de Chávez no fue ésa.
La respuesta de Hugo Chávez fue ordenarle al Ministro de Petróleo y Presidente de Petróleos de Venezuela, quien bastante tiene con ocuparse del Petróleo, del gas, del cemento, de la electricidad y de los alimentos, que le fuera creando ya una oficina de deportes en PDVSA....
No comments:
Post a Comment