A pesar de lo que puedan pensar algunos que no conocen el país, la política canadiense nunca es fastidiosa. El sistema parlamentario, más la presencia de Québec, con sus votantes separatistas y estratégicos, hacen que uno nunca se fastidie.
Sin embargo, de todas las elecciones que me ha tocado vivir, a parte del Referendo sobre la separación, ésta es la más emocionante.
Los que hayan seguido la política canadiense saben que tenemos un Primer ministro Conservador, antiguo leader del Reform Party, un partido regional de Alberta, que no ha logrado, en dos elecciones, obtener la mayoría parlamentaria. Harper es un hombre relativamente joven, nada carismático, pero con una enorme habilidad política.
Durante casi seis años Stephen Harper ha logrado no sólo mantenerse en el gobierno, sino cambiar trazos fundamentales del gobierno canadiense sin que la oposición, mayoritaria, haya logrado llegar a un acuerdo para sacarlo del poder. Harper, por su lado, estaba deseoso de obtener un gobierno mayoritario y dado el buen desempeño de Canadá en materia económica, pensó que llamando a elecciones podría obtener la ansiada mayoría; así que buscó la manera para, elegantemente, no pasar un voto de confianza en el Parlamento, con lo cual hubo un llamado a elecciones.
La campaña prometió ser aburrida. La única pregunta que se hacía la gente era si si, o si no, Harper obtendría su mayoría.
De repente, justo después del debate en Francés entre los cuatro líderes: Harper, Ignatieff (liberal), Duceppe (Bloc Québecois) y Layton (NDP), las encuestas comenzaron a mostrar una sorpresiva subida de popularidad de Jack Layton en Québec. Hay que indicar que el NDP es un partido que, en cincuenta años, nunca ha logrado más que un diputado en Québec, ni más de 10% de popularidad en toda Canada.
La idea de que Layton podía ser una opción anti-Harper en Québec, que tradicionalmente vota Bloc Québecois (partido separatista sin otra representación en el resto de Canadá), comenzó a entusiasmar al resto de los canadienses y a sorprender a más de uno. La popularidad de Layton (quien había sido candidato en otras oportunidades, sin tener tanto éxito) ha seguido creciendo, a tal punto que todo puede pasar mañana:
Los conservadores podrían tener el ansiado gobierno mayoritario u otro gobierno minoritario, o el NDP podría ser gobierno, o podría haber una colación de partidos...enfin, todas las opciones están abiertas. Nadie sabe con certeza si el apoyo al NDP se va a traducir en escaños parlamentarios y, en un juego a cuatro en Québec y a tres en otras regiones, cuál va a ser la influencia de los votos NDP en el tradicional duelo "Conservador-Liberal".
Un fin de campaña emocionante que demuestra que en las verdaderas democracias todo es posible: se sabe cómo comienza una campaña, pero no se sabe de antemano cómo termina.
Ya veremos mañana.
Mientras tanto, qué viva la democracia!
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