Yo siempre he pensado que a Santiago
Nassar todos en el pueblo querían matarlo, todos, excepto sus
amigos, los hermanos Vicario, que fueron los que finalmente tuvieron
que realizar lo que el pueblo entero deseaba secretamente. Desde
Ángela Vicario, quien con o sin razón, informa a los hermanos que
su amante prenupcial había sido Santiago Nassar, hasta los distintos
personajes que dejan que las circunstancias les impidan ya sea
avisar a Nassar del peligro o bloquear a los hermanos Vicario en la
tarea que ellos deben pero no quieren concluir.
Ésa, por supuesto, es mi
interpretación secreta de la Crónica de una muerte anunciada.
Interpretación que no he leido en ningún otro espacio y que he
guardado conmigo desde hace más de treinta años. Acepto que mi
tesis no es explícita y que no tengo más prueba de élla que mi
propia suspicacia de lectora. Ahora bien, después de tantos años la
he sacado a relucir porque, justamente, el famoso escrito recuerda lo
que ha estado ocurriendo en Caracas referente a la Constitución.
Tal como todos sabían de la muerte de
Nassar, todos sabían en Caracas que la Constitución sería violada
el 10 de Enero. Todos, aparentemente, intentaban hacer algo para que
no fuera el caso, pero ese algo no era suficientemente fuerte,
certero, convincente, como para evitar que el crimen se produjera.
La oposición gritaba que la cosa era
insconstitucional, pero no demasiado fuerte porque, en el fondo, le
conviene perfectamente dejar las cosas así para ganar tiempo.
Diosdado Cabello hubiese podido impedir que la cosa sucediera, pero
se tranzó mansamente, porque, en el fondo, le conviene que Maduro se
queme. Los chavistas del gobierno no gritaban para nada porque
simplemente no querían que Diosdado fuese Presidente. El pueblo no
tenía interés en la cosa, porque no quiere meterse en rollos
constitucionales. Los países amigos y enemigos hablaban de la boca para afuera pero no exigían mucho,
porque a nadie le convenía un impasse en Venezuela. Los mercados
también hicieron chitton-chitton, para calmar el juego.
Finalmente el TSJ hizo feliz a todo el
mundo, aprobando el status quo que todos habían esperado, aprobando la puñalada fatal a la institucionalidad en Venezuela. Murió Santiago Nassar y nadie pudo impedirlo porque, secretamente, todos quedaron contentos. Todos excepto los hermanos
Vicario que tuvieron que llevar a cabo el crimen con el que no necesariamente comulgaban.
¿Qué pensarán realmente los hermanos
Vicario?
2 comments:
¿Y quien era Luisa Vicario en tu cuento?
Jaja, son los hermanos Vicario, Daniel. No se trata de nadie en particular, sino cualquiera que actúe a favor, mais à contrecoeur.
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