Friday, March 08, 2013

Hugo Chávez: El hombre que no fue


Lo más trágico de la muerte de Hugo Chávez es lo poco que le queda a Venezuela de 21 años de historia, de 14 años de gobierno y de la más grande entrada petrolera de todos los tiempos. Hugo Chávez no formó líderes, porque no quería formarlos. No creó instituciones, porque no quería crearlas, no unió a los venezolanos hacia un ideal común, porque no quería unirlos, no aseguró el bienestar común de las generaciones futuras, porque no sabía cómo hacerlo.

El leitmotiv que guiaba sus actos era conservar el poder para siempre. En ese aspecto, su eficiencia y su visión fueron inigualables: con la excusa de una nueva Constitución para el pueblo, cambió las normas y las instituciones de manera supuestamente legal comenzando la avanzada hacia la reelección indefinida. Prosiguió enfrentando la independencia institucional en todas sus formas: política, económica, administrativa, el Estado, dejó entonces de existir para concentrarse en un solo hombre.

A aquellos que se le opusieron, una clase intelectual y política poco preparada para lo que les venía, los desnaturalizó. Fue así como los medios de comunicación privados se convirtieron en una oposición oficial, en hipérbola permanente, perdiendo su papel institucional y dejando un inmenso vacío en la vida demócratica del país que se acostumbró a vivir en un cuento de Pedro y el Lobo de manera continua. Los medios públicos, por su parte, pasaron a ser simplemente instrumentos de propaganda. Fue así también como los intelectuales del país, por serios que hubiesen sido antes de la llegada de Chávez, dejaron de serlo, y se convirtieron o bien en colaboradores y repetidores de la doctrina oficial, o bien en reaccionarios viscerales. En ambos bandos, se implantó entonces un sistema de censura y de pensamiento único, nunca antes visto en la historia reciente de Venezuela. Chávez pudo así gobernar a sus anchas, exacerbando el ambiente de división en sus frecuentes discursos y utilizando sin verguenza ni restricciones los recursos del Estado. Hay que reconocer que, en ese ámbito, tuvo suerte. Le tocaron a la vez años dorados de bonanza petrolera y años de transformación del orden político y económico mundial, que él supo explotar con gran pericia nacional e internacionalmente.

De hecho, los años de Chávez fueron en el resto del planeta una época de grandes cambios: sociales, políticos, económicos, religiosos, tecnológicos, exacerbados por un nuevo medio de comunicación instantánea y compulsiva: Internet, en el que los límites de la verdad y la mentira no están claramente delineados. Entonces, ayudado por una guerra y un Presidente americano impopulares y con noticias que vuelan literalmente a la velocidad de la luz, el carismático Chávez comenzó a hacer el papel del niño que le grita al Emperador que está desnudo, un papel demasiado irresistible para un mundo embelesado por la imagen y dominado por la rectitud política.



Hugo Chávez, no fue el santo proveedor de todos los milagros que le atribuyen los que lo apoyaron, pero tampoco fue el dictador implacable como lo identifican muchos de quienes lo adversaron. No fue un dictador, pero tampoco fue un demócrata. Probablemente sus convicciones personales le impedían ser tanto lo uno como lo otro. Sus instintos dictatoriales no eran sangrientos, pero si eran deterministas y siempre enfocados hacia aquellos que le podían impedir que lograra su cometido. Por otro lado, le temía a la democracia, pero la usaba a menudo como ratificación de sus deseos y sus actos.


Los ingleses tienen un dicho, cuidado con lo que deseas porque a lo mejor lo obtienes. Tristemente, Chávez obtuvo lo que deseaba: ser Presidente de por vida. Irónicamente, también fue Presidente por dos períodos, tal como estaba establecido inicialmente en la Constitución, haciendo completamente irrelevante sus años de lucha por la obtención de la reforma constitucional. Digo tristemente no sólo por el aspecto humano de un hombre que muere joven de una enfermedad terrible, sino también porque su muerte sella para siempre el vacío político de sus 14 años de gobierno, que dejará al país como legado: el populismo, el personalismo político, la fusión del partido con el Estado, el desconocer al otro, el negar la institucionalidad, el favorecer la lealtad a la competencia, el re-escribir las leyes y la historia cuando fuera necesario.

Hubiese podido ser de otra manera. Hugo Chávez, como ningún otro líder de su época, tuvo todo en sus manos para impulsar a Venezuela en las bandas del llamado primer mundo. Tuvo el dinero, el poder, el apoyo y todos los medios políticos en sus manos. A su favor, hay que reconocer que puso a Venezuela en el mapa mundial y puso la desigualdad y la pobreza en la agenda política. Pero nos dejó por otro lado un país dividido, de gran pobreza, donde todo se importa, sin líderes, sin instituciones y fuertemente influenciado por otro país más pequeño y de menos recursos.

Yo creo que en sus últimos meses Hugo Chávez se dió cuenta de éllo. No debe haber sido fácil sufrir una enfermedad tan dura como la que le tocó padecer y, al mismo tiempo, ver cómo el tiempo se le iba de las manos sin poder consolidar el papel que le habría tocado jugar, el del hombre “a quien la suerte empedernida le ofrecía la oportunidad de salvar a su país” y no el del “otro, un ilusionista, que podía pasar a la historia como un déspota más”.

Desde mi teclado anónimo al otro lado del continente me despido del hombre que adversé pero cuyas andanzas seguí diariamente durante tantos años de mi vida. Me entristece su muerte, por él, como ser humano, por lo que no fue, por el tiempo perdido y por Venezuela: a Chávez había que ganarle en vida, en la muerte, perdimos todos.

3 comments:

Henry Lopez said...

Excelente, la cuestión ahora es el Pais que no fue y que pudo ser, pero que ahora no parece que pueda ser.
Las variables y condiciones ahora parecen ser totalmente adversas.

TechMind said...

Buen artículo, muy acertado y bien escrito como siempre.
Es irónico como sucede en la historia que la buena suerte de unos pocos es la maldición de muchísimos, me vienen a la mente Chávez, Castro y Hitler, pero hay muchos más ejemplos.

Claro que hubiera sido preferible ganarle en vida pero hubiese sido muchísimo peor que viviera largo tiempo en el poder como Castro. Por eso me alegra que haya muerto, no porque me parezca buena ninguna muerte ni por odio a él, sino por que su salida del poder es un primer paso absolutamente necesario (más no suficiente) para detener la caída libre en que se encuentra Venezuela y sus 30 millones de habitantes que valen cada uno de ellos mucho más que Chávez.

Un par de typos:
exhacerbar -> exacerbar
ley motif -> leitmotiv

Span Ows said...

Muy bien, pero al igual que otra frase extranjera, desde tiempos de crisis, viene oportunidades. Para Venezuela esperamos que sí.