Primero la censura interna, luego los juegos olímpicos y finalmente lo que está pasando en Ukrania ha contribuido a que se sepa muy poco de Venezuela. Las imágenes llegan a cuenta gotas, pero no por ello son menos espeluznantes.
Impresiona que todos los muchachos muertos recibieran balas en la cabeza. Se nota que no se trata de balas perdidas: quien quiera que haya tirado, lo hizo con la intención de matar. En segundo lugar, impresiona la falta de medios. No hay ambulancias o policias: de esas cosas que uno en el primer mundo toma por descontado, como que en una marcha o acontecimiento masivo habrá vehículos de emergencia. En Venezuela no, en Venezuela caes herido y tus amigos te montan en hombros en una moto a llevarte a donde puedan. ¿Qué chance podían tener esos muchachos?
La actitud del gobierno es también incomprensible. Apresar a López con acusaciones totalmente absurdas lo único que hace es ayudar a que la protesta se intensifique. A menos, por supuesto, que el mismo gobierno tenga interés en que la violencia se intensifique.
La Fiscalía es como siempre asombrosa en su caradurismo. Están cayendo muchachos muertos, de balas en la cabeza y lo único que les pasa por la mente es meter preso a un político. ¿Dónde están las experticias policiales? ¿Dónde están las declaraciones sobre el estado de la situación?
Un joven amoratado le explica a una fiscal que la guardia nacional le cayó a golpes y que un policía lo violó con el mango de un fusil. La respuesta es que se le dicta auto de detención al joven. ¿Dónde están los derechos humanos?
Ameliach, el gobernador de Carabobo, responsabiliza a la oposición por las muertes en Valencia. El es el gobernador, pero la cosa no es con el. Él, como el resto del gobierno no tienen nada que ver. Quizás nadie les haya explicado, que el que gobierna es siempre el responsable de velar por el bienestar ciudadano. Un muerto público es siempre responsabilidad de un gobierno.
El inefable Izarra, ministro del gobierno, se permite escribir por twitter que los "fascistas" están tragando gas del bueno en Altamira. Como que fuera normal que un gobierno gasee a sus ciudadanos y un ministro se regocije por éllo.
Y yo me quedo asombrada viendo el escenario, me quedo asombrada observando la fibra de un país que se cae a pedazos.
Lo que Chávez sembró durante quince años, está dando sus frutos.
Lo que estamos viviendo no es sólo represión. Es caos.
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