Sunday, November 30, 2014

De ciencia, tecnología y la importancia de un cambio de nombre

Hace unos años, por alguna razón que desconozco, me nombraron para que formara parte de un foro para discutir, con 99 otras personas, sobre el futuro de la Provincia de Québec. Fue una ocasión especial en la que nos juntaban con personas conocidas o desconocidas, que nada tenían que ver con nuestro ecosistema habitual. En mi mesa había una propietaria de guardería de una ciudad de provincia, un conocido hombre de negocios, un político municipal, un dirigente ecologista y una estudiante de sociología.

Aunque podría hacer un post a parte sobre la experiencia, la menciono en estos momentos por una constatación que tuve con las discusiones que llevábamos a cabo: el común de la gente no sabe hacer la distinción entre ciencia y tecnología, entre investigación e implementación o entre creación y consumo de tecnología. Por ejemplo, cuando yo trataba de indicar que era necesario hacer investigación en telecomunicaciones porque había el peligro de perder el liderazgo en el área, me decían que porqué, si todo el mundo comenzaba a tener un teléfono celular....

La discusión la he tenido en otras plataformas, generalmente guiadas por políticos, que no entienden la diferencia. En una oportunidad, hasta tuve que explicarle a un periodista de qué se trataba el meollo del asunto.

Pues bien, ¿Cuál es la diferencia? Qué es ciencia, qué es technología, qué es creación y qué es consumo?

En mi opinión, la ciencia es un prealable a la tecnología: en otras palabras, no se puede crear tecnología sin antes haber hecho ciencia. ¿Cuál ciencia? La respuesta no sólo no es única, sino que es más bien múltiple por su naturaleza misma. Por ejemplo, alguien alguna vez hizo una constatación sobre un fenómeno físico o biológico, que luego fue capturado por algún computista teórico que creaba algorithmos, que luego fueron utilizados en millares de problemas, algunos de los cuales están comprendidos dentro de los aparatos o aplicaciones telefónicos, o dentro de los sistemas que optimizan los movimientos financieros, o crean los horarios de personal en los hospitales, o garantizan que los aviones lleguen a tiempo, o indican cuál es el centro de datos que consume menos energía, o mejoran sistemas de resonancia magnética, o guían robots que explorarán Marte, etc. etc. En pocas palabras, las posibilidades son infinitas y, generalmente, no son necesariamente imaginables por la primera persona que se dedicó a hacer ciencia.

La contrapartida es que muchas veces, la ciencia necesita tecnología: computadores, refrigeradores, aparatos de medida, aparatos de comunicación, microscopios, sensores, etc etc. Y lo interesante es que a veces esa necesidad científica causa los hallazgos tecnológicos más importantes. El gran ejemplo de éllo es la web, el protocolo www, inicialmente creado por Tim Berners-Lee para ayudar a los físicos del CERN a organizar sus datos científicos.

 La ciencia no tiene porqué tener una finalidad. Es ciencia y punto y, como tal, queda ahí hasta que alguien se interese en ella ya sea para hacer más ciencia, o para resolver algún problema tecnológico. Un ejemplo que me encanta es el de los criptógrafos que durante años se partieron la cabeza pensando cómo se podía distribuir las llaves de encripción con absoluta seguridad...no fue hasta que se pensó en la Teoría de números, que se pudo encontrar la clave para una distribución asegurada. El método dió lugar a una gran parte de los sistemas de confidencialidad y autentificación que tenemos actualmente para hacer, a veces, cosas tan banales como comprar en línea.


La noticia del cambio de nombre y subsecuente cambio de estatuto del Ivic, aprobados por la Asamblea Nacional, me hizo recordar el famoso foro.

El link de la noticia indica que el diputado que hizo la propuesta de cambio indicó que la ciencia no estará confinada a los laboratorios y que el pueblo y las comunidades construirán elementos tecnológicos para la transformación del país. Se dijo igualmente que el nuevo organismo iba a "democratizar" toda la ciencia que se produzca. Yo pregunto al diputado, ¿Qué significa democratizar la ciencia? ¿Acaso hay alguna elección para decidir cuáles son los teoremas que se van a tratar en primera instancia?¿Acaso el común de los mortales puede tener idea de que un teorema de teoría de números le permitirá comprar un celular más barato por Internet?¿O saber cuál, entre tantos métodos, es el que finalmente dará con la cura contra el cáncer que padece un familiar?¿O cuál, entre nuevos métodos estadísticos, es el mejor para acelerar la puesta en servicio de nuevas vacunas?

El común de los mortales no puede saberlo, porque, simplemente, ni siquiera el científico que le ha dedicado la vida a uno solo de esos problemas es capaz de saberlo.

Cuando leo, además, que de repente el Instituto se transforma para construir elementos tecnológicos, no puedo menos que hacerme la pregunta de qué tecnología se trata. Tecnología sin ciencia, no es de la tecnología que se crea, que se licencia o que se vende, sino de la que se compra y se consume. Por ejemplo, ese tipo de tecnología no es la que es capaz de crear un nuevo tipo de funcionalidad de teléfonos que sean novedad en el mundo, sino la que sirve para ensemblar teléfonos y hacer aplicaciones banales inmediatas.

Venezuela cambia Ciencia por Ideología.


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