Tuesday, August 05, 2008

El silencio de los cobardes

“Esta constitución no perderá su vigencia si dejare de observarse por acto de fuerza o porque fuere derogada por cualquier otro medio distinto al previsto en ella. En tal eventualidad, todo ciudadano investido o ciudadana investida o no de autoridad, tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia”.

Artículo 333, Constitución de la República Bolivariana de Venezuela


Lo que ha pasado en Venezuela es un golpe de Estado más de la larga lista de golpes de Estado que Hugo Chávez le ha dado al país desde 1992.

Las leyes habilitantes pasadas de manera ilegal esta semana (a pesar de que las Gacetas extraordinarias tienen fecha 31 de julio) impulsan leyes que fueron prealablemente rechazadas por el electorado en el Referendo Constitucional del 2 de diciembre.

Tal como lo dije en mis posts anteriores, ésto es mucho más grave que la Reforma, la cual ya era ilegal, ya que al menos el pueblo tenía la oportunidad de pronunciarse.

La habilitante, por el contrario, fue otorgada por un lapso de tiempo extremadamente largo por un Congreso no representativo de la población Venezolana y, para rematar, los formalismos normales como hacer conocer las leyes antes de su publicación o asegurarse que se respeten los lapsos establecidos, no fueron respetados.

Peor aún, cuando se escudriñan las leyes propuestas se ve claramente que el gobierno empuja leyes que fueron derogadas por el Referendo, en el cual el pueblo de Venezuela dijo que no.

En medio de tal situación, que ningún jurista serio podría negar, queda la gran sorpresa del silencio y la desmovilización de la sociedad frente a la inmensidad de lo que acaba de ocurrir.

A parte de la Academia de las Ciencias Jurídicas y uno que otro columnista, pocos se ofuscan.

Unos están demasiado entretenidos con las elecciones regionales, otros con las inhabilitaciones, y tal pareciera que no hubiese tiempo para defender los principios fundamentales de la democracia.

Éste es el momento de hablar, de indignarse, de protestar, de hacer que los derechos de los venezolanos sean respetados, independientemente del color de la franela o de las simpatías políticas que se tengan.

Éstos son los momentos en los que los principios cuentan más que cualquier otra cosa.

Lo dice claramente el artículo 333 de la Constitución. Todos los ciudadanos debemos luchar porque la Constitución vuelva a la vigencia que debe tener. En estos momentos, la inhabilitante ha puesto a la Constitución fuera de vigencia, la ha sustituido por unas leyes viciadas proclamadas por y para un sólo hombre: el caudillo Hugo Chávez.

Ya no hay excusas, hay que hablar duro y fuerte sobre lo que Chávez le ha hecho a la
Constitución y exigirle a los órganos del Estado que deroguen las leyes amañadas. Periódicos, Caricaturistas, Amas de Casa, Blogueros, Profesionales, Juristas, todos debemos pronunciarnos ante la magnitud de lo que ha pasado en Venezuela.

Es ahora o nunca ya que el que calle ahora, o es un aprovechador del sistema, o es un ingenuo,

o es un cobarde.

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