No voy a buscar la Constitución para ver la diferencia entre Reforma y Enmienda.
No voy tampoco a verificar si la relección indefinida viola o no viola el principio fundamental de la alternabilidad.
No voy a consultar a ningún abogado ni a ningún libro de derecho.
No me hace falta, hay una lógica clarísima que va más allá de cualquier artimaña o interpretación legal que Ud. y su banda de abogados, diputados y jueces zátrapas quieran inventarse:
No es No.
La enmienda es absurda e inconstitucional porque va contra la voluntad expresa que ya el pueblo le ha dado. Es absurda e insconstitucional porque si la dejamos pasar, la Constitución se convertirá en un chiste, que cualquier gobernante podrá doblegar a su antojo como si fuera plastilina: enmiende, o si no, reforme, o si no, enmiende de nuevo, y dele referendo y referendo hasta que cualquier cosa pase. Canse, canse, canse, hasta que ya los que no quieran más luchar se queden en sus casas. Proponga cualquier cosa, que al final todo pasa. Gaste los reales del Estado, del petróleo, de los impuestos, de los venezolanos en su ilusión personal hasta que la consiga, dele y dele como si fuese una pinata.
Si lo dejamos pasar, Ud, Señor Presidente, y todos los que vengan después de Ud., que habrán, algún día, ya que nadie es inmortal, harán con Venezuela el mismo jueguito. Venezuela ya no será un país, sino la hacienda grande del tirano de turno jugando al demócrata que todavía consulta.
Por donde lo venda, Señor Presidente, esa proposición de enmienda es trampa.
No sea tramposo, Señor Presidente, gobierne, que para eso lo eligieron. Y cuando le llegue su hora, déjele el chance a otro, así como en el pasado le dieron el chance a Ud.
Déjese de triquiñuelas, Señor Presidente: ya el pueblo le dijo que No.
Y en Venezuela haga lo que haga y diga lo que diga, todos sabemos que No es NO.
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