Acabo de leer una novela fascinante, "the Custom of the Country", de Edith Wharton. Es fascinante no porque la trama sea particularmente complicada ni interesante, sino porque a pesar de lo abominable del personaje principal, el libro tiene una fuerza y una energía propia.
Si la gran heroina de la literatura anglófona clásica es ese personaje lleno de virtudes que es Elizabeth Bennett, Undine Spragg debería tener el título de gran anti-heroina. Undine es egocéntrica, egoista, envidiosa, poco culta, amoral, mala hija, mala madre y mala esposa. Pero Undine posee dos características que la hacen irresistible: una gran belleza y una gran ambición de figurar.
La novela nos lleva por las entrañas de Wall Street y de la alta sociedad de Nueva York y París de principios del siglo XX donde Undine hace todo lo posible por ser la reina absoluta, llevándose a quien sea por delante, con una ambición avasalladora que nunca se apaga.
Una novela con una fuerza extraordinaria que muestra con maestría única la psicología de los personajes y un ambiente de principios de siglo, donde reinan las convenciones rígidas zazonadas con la elasticidad de la plata.
Al finalizar la lectura y queriendo compartir mi entusiasmo por la novela, me topé con un blog literario en inglés en el que cada quien le da una interpretación diferente a la historia y se indica que "Custom of the Country" es muy diferente de las otras novelas de Wharton. Alguien, en los comentarios, sugirió que Undine Spragg posee el peor nombre que nunca le hayan puesto a heroina alguna y otra persona indicó que probablemente se trataba de una crítica velada de la autora a sus compatriotas, dadas las iniciales del nombre.
En cualquier caso, a pesar de la repulsión instintiva que se siente por las características de Undine, al final uno se ve arrastrado y asombrado por la fuerza del personaje.
Definitivamente fue un hallazgo especial, que recomiendo a aquellos que leen clásicos en Inglés.
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