La buena noticia es que Ingrid Betancourt parece ser una mujer extraordinaria. Llegué a esa conclusión después de oir las declaraciones dadas a France 2. Una mujer profunda, de convicciones, de una gran madurez y de gran sentido ético. Una mujer que supo sobrevivir espiritualmente a lo que para la mayoría hubiese sido una muerte espiritual segura.
Buena noticia es, por supuesto, que ésa mujer salga viva de la increible aventura que sólo podía ocurrir en la Colombia de García Márquez y que ningún otro autor que no fuese colombiano y que no conozca intrínsecamente la tormentosa historia de Colombia y los engranajes de su sociedad hubiese podido imaginar.
Buena noticia es que haya triunfado el sentido común, el bien bien. Sin matices, sin peros, sin titubeos, sin segundas explicaciones, sin dimes y diretes. Cuando a Ingrid Betancourt se le pregunta si fue bien tratada ella responde simplemente con una frase. Dice que el tratamiento que se le dió no es digno de ningún ser viviente, planta o animal, mucho menos de un ser humano. Es así como, de una sóla frase, Ingrid cancela cualquier romanticismo o cualquier excusa que los Chávez, las Piedad Córdobas, los Oliver Stones, los ministros venezolanos o los entrevistadores de Venezolana de Televisón le hubiesen podido otorgar a las FARC.
Buena noticia es que el operativo o bien fue tal y como lo cuentan, lo que significaría que las FARC ya no tiene la capacidad logística de comunicación que poseían anteriormente, o bien se trató de un soborno a los guardianes o un pago de rescate a las mismas FARC (según la radio Suiza RSR), lo cual indicaría que la fibra revolucionaria de las FARC está resquebrajada.
Las malas noticias es que en Colombia todavía hay secuestrados, y muchos.
La buena noticia es que Ingrid tiene la fibra, los contactos, el carisma y la vivencia para poderse ocupar de éllos.
Las malas noticias es que en Venezuela hay secuestrados y muchos.
Y la mala noticia es que nadie se ocupa de ellos.
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