Tuesday, August 04, 2009

Libertad de expresión, leyes y democracia.




Leo el texto de lo que yo llamo la ley Torquemada, la nueva ley de delitos mediáticos propuesta por la Fiscal General de la República, y me digo que definitivamente no soy amiga de los abogados, ni de las leyes y que tengo razón en tenerle recelo a ambos. En una sociedad justa, los abogados no se necesitan, las cosas se arreglan entre gentes de buena voluntad. De hecho, los países que se la pasan promulgando leyes son generalmente los más autocráticos, aquellos en los que sus gobernantes y su clase dirigente necesita justificar la falta de libertad con el sello de la ley. Y éste es un caso claro de cómo se utiliza la excusa de una ley para manipular y coartar.

Me quedo boca abierta, pero no porque esté sorprendida. Desde que vi la interpretación a la Ley Contra Delitos Informáticos que la Dra de Torquemada (Luisa Ortega Díaz) hizo para meter presos ipso-facto a tres pobres ingenieros de Edelca que estaban haciendo su trabajo, nada me sorprende. La mujer es verdaderamente talentosa en eso de interpretar las cosas de la manera más torcida posible para poder inculpar a aquellos que le conviene al gobierno.

Si me quedo boca abierta es porque me impresiona la audacia del gobierno en proponer una ley así, a la vista de todos en un directo ataque frontal contra la libertad de expresión. Pero después de un instante, la impresión se me va. Este es un gobierno al que no se le aguó el ojo al despedir a 20000 profesionales de PDVSA, no se le aguó el ojo a la hora de cerrar RCTV, no le tembló la mano en hacer dos veces una propuesta constitucional ilegal, es claro que lo que queda para poder mantener ese poder absoluto, que es el único objetivo de vida de Hugo Chávez, es enfrentarse sin remilgos a la libertad de expresión.

Y es entonces esa soldada del régimen disfrazada de Fiscal General quien concocta una ley a la carrera, mal escrita, con artículos faltantes y verbos incorrectos, pero con el genio de hacerla lo más general posible para que cualquiera pueda caer entre sus mallas. Al leerla me doy cuenta que no es una ley, sino un Terminator pre-programado no sólo para callar a los medios, sino a cualquiera que se atreva a decir que algo anda mal en el Reino de Chávez.

Mi correo electrónico me trae también información sobre un cierre masivo de emisoras de radio. Esta vez, me digo, el gobierno se quitó totalmente la careta, no que no se la quitara antes, cuando el cierre de RCTV, pero en aquel entonces hicieron al menos la “finta” de que la concesión había terminado. Ahora en cambio se inventan una razón que nunca se ha aplicado en ninguna parte y se ordena el cierre, sin que haya un juicio, una interpretación legal, nada de nada. Asi no más, porque a Cabello, convertido en fiel peón de Hugo Chávez, le da la gana. Alguien se murió y punto, 34 estaciones que pasan a manos del Estado y 240 que faltan.

Leo la noticia y entro a VTV a ver qué dicen. Irónicamente hablan de “latifundio mediático”, como si el mayor latifundista mediático no fuera el gobierno quien ocupa todos los medios del Estado. Basta ver Aló Presidente y el abuso de cadenas para darse cuenta.

Me digo que los venezolanos y la oposición no aprenden. Pasó en el 2006 cuando después de la victoria, Chávez se apresura en cerrar Radio Caracas y pasarle rapidito al país una nueva Constitución bajo forma de Reforma. Chávez pierde por poco, la oposición clama una gran victoria, que nunca tuvo, y Chávez arremete de nuevo, esta vez con una fulana enmienda que es el mismo musiú con diferente cachimbo. La oposición va confiada, se duerme en sus laureles durante Diciembre y, por supuesto, pierde el voto, lo cual le da a Chávez nuevamente, como en el 2006, el camino amplio y abierto para arremeter contra la libertad de expresión, que es lo que está haciendo en estos momentos.

La razón es que Chávez está ansioso por comenzar la penúltima fase de su Revolución, que es la de controlar la libertad de expresión. El sabe que con la libertad de expresión no hay medias tintas. Se tiene o no se tiene. Y cuando se tiene, es sumamente fastidiosa cuando la que la ejercen no están de acuerdo con uno. Pero la democracia es así, si se vive en democracia hay que aceptar que las cosas se digan, así fastidien al gobernante de turno. El problema con Chávez es que la libertad de expresión no sólo lo fastidia sino que el sabe que es el único elemento que podría frenar su sueño de poder en tiempo indefinido.

De hecho, el problema de Chávez es que se equivocó de siglo, o de país. Le hubiese quedado mejor gobernar un país que no hubiese conocido, antes que él, cuarenta años de democracia.

Pero eso, por ahora, es harina de otro costal, y será el objeto de otro cuento.

NOTA AGREGADA.- Al finalizar este escrito y chequear las noticias me doy cuenta de que la Asamblea Nacional, cuyos integrantes no habían repudiado la ley (excepto, irónicamente, Luis Tascón), considera ahora que la Fiscalía no tiene la potestad de Legislar (acaso no era ése el caso hace tres días?).

Por ahora, entonces, parece que Hugo Chávez no podrá pasar la ley de Madame Torquemada, no por falta de ganas sino porque no es tan fácil atentar contra la libertad de expresión.

Pero no les quede duda alguna, lo intentará de nuevo.

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